La albahaca es una hierba aromática y sabrosa que se utiliza en muchas recetas deliciosas, desde platos de pasta hasta ensaladas y salsas. Su sabor y aroma distintivos la convierten en un ingrediente imprescindible en la cocina. Sin embargo, a veces nos encontramos con más albahaca de la que podemos usar de inmediato, y es en este momento cuando la congelación se convierte en una excelente opción para preservar su frescura. Congelar albahaca fresca es una forma conveniente de asegurarte de tener siempre a mano esta deliciosa hierba, listo para ser utilizado en tus platos favoritos.
Paso 1: Preparar las hojas de albahaca
El primer paso para congelar albahaca fresca es asegurarse de que las hojas estén bien preparadas. Comienza separando las hojas de los tallos y descartando cualquier hoja marchita o dañada. Asegúrate de elegir las hojas más frescas y vibrantes para obtener mejores resultados. Luego, coloca las hojas en un colador y enjuágalas suavemente con agua fría para eliminar cualquier residuo de suciedad o polvo.
Consejo:
Es importante secar bien las hojas de albahaca después de lavarlas para evitar que se congelen juntas. Se recomienda utilizar un centrifugador de ensaladas o secarlas suavemente con una toalla de papel para garantizar que estén completamente secas antes de proceder al siguiente paso.
Paso 2: Hervir las hojas de albahaca
Una vez que las hojas de albahaca estén limpias y secas, es hora de hervirlas brevemente. ¿Por qué hervir las hojas de albahaca antes de congelarlas, te preguntarás? Bueno, el proceso de hervido ayuda a preservar el sabor y el color de la albahaca, y también ayuda a eliminar las bacterias que podrían estar presentes en las hojas.
Para hervir las hojas de albahaca, llena una olla grande con agua y llévala a hervir a fuego medio-alto. Una vez que el agua esté hirviendo, sumerge las hojas de albahaca en el agua durante 5-10 segundos. El tiempo de hervido puede variar dependiendo del tamaño de las hojas, pero asegúrate de no hervirlas por mucho tiempo, ya que podrían perder su sabor y textura.
Consejo:
Si prefieres conservar algunas hojas de albahaca sin hervir, puedes hacerlo. Sin embargo, ten en cuenta que las hojas sin hervir pueden volverse un poco correosas después de ser descongeladas.
Paso 3: Enfriar las hojas de albahaca
Después de hervir las hojas de albahaca, es importante enfriarlas rápidamente para detener el proceso de cocción. Llena un recipiente grande con agua fría y hielo y sumerge las hojas de albahaca en él. Deja que las hojas se enfríen en el agua durante unos minutos, asegurándote de que estén completamente sumergidas.
El proceso de enfriamiento rápido ayudará a preservar el color y la frescura de las hojas de albahaca, evitando que se pongan amarillas o parduzcas. Una vez que las hojas estén bien frías, retíralas del agua y transfiérelas a un espacio limpio y seco.
Paso 4: Secar las hojas de albahaca
Después de enfriar las hojas de albahaca, es esencial secarlas cuidadosamente antes de congelarlas. Un exceso de humedad puede dar lugar a la formación de cristales de hielo en las hojas, lo que podría afectar su textura y sabor una vez que se descongelen.
Para secar las hojas de albahaca, colócalas sobre una toalla de papel o un paño limpio y dabéalas suavemente para eliminar el exceso de agua. Asegúrate de no frotar o apretar demasiado las hojas, ya que esto podría dañar su delicada textura. Dales un poco de tiempo para que se sequen al aire antes de pasar al siguiente paso.
Paso 5: Congelar las hojas de albahaca
Ahora que las hojas de albahaca están limpias, hervidas, enfriadas y secas, es hora de congelarlas. Prepara una bandeja para hornear galletas cubierta con papel encerado o una lámina de silicona. Coloca las hojas de albahaca de manera que no se toquen entre sí, asegurándote de dejar un pequeño espacio entre cada una.
Luego, coloca la bandeja en el congelador y congela las hojas durante un par de horas, o hasta que estén completamente congeladas. Asegúrate de etiquetar la bandeja con la fecha de congelación para que puedas llevar un registro de cuánto tiempo han estado almacenadas.
Consejo:
Si lo prefieres, antes de congelar las hojas de albahaca también puedes convertirlas en cubitos de hielo de albahaca. Para ello, simplemente coloca una hoja de albahaca en cada compartimento de una bandeja de cubitos de hielo y vierte agua fría sobre ellas. Congela los cubitos de albahaca como lo harías con cualquier otro cubito de hielo y úsalos según sea necesario en tus recetas.
Paso 6: Retirar las hojas de albahaca del congelador
Cuando estés listo para utilizar las hojas de albahaca congeladas, simplemente retíralas del congelador. Puedes usar las hojas de albahaca de inmediato, ya sea añadiéndolas directamente a tus platos como están o descongelándolas suavemente en un recipiente hermético durante unos minutos.
Cuando descongeles las hojas de albahaca, notarás que pueden volverse un poco más marchitas que las hojas frescas. Sin embargo, su sabor y aroma seguirán siendo deliciosos y estarán listas para ser utilizadas en tus recetas favoritas.
Conclusión

Congelar albahaca fresca es una excelente forma de preservar su sabor y aroma por mucho más tiempo. Al seguir los pasos mencionados anteriormente, puedes asegurarte de disfrutar de la albahaca durante todo el año, incluso cuando no está en temporada. Ya sea que elijas congelar las hojas de albahaca directamente o convertirlas en cubitos de hielo, esta hierba aromática siempre estará lista para mejorar tus platos favoritos con su frescura y delicioso sabor. Experimenta con diferentes recetas y ¡disfruta de la albahaca congelada en todas las estaciones del año!